Hotel

Después de un tira y afloja, nos hemos puesto de acuerdo y has decidido que si querías hacerlo, así que te has vestido, te has puesto tus pinturas de guerra y has decidido ir a matar. Sin preocuparte, del como me has conocido y del poco tiempo que llevamos hablando por la red. Tu cuerpo te pide emociones y crees que yo, podre sacarte de esa rutina y aburrimiento de vida marital que llevas con tu marido.

Has llegado a la hora convenida al hotel, hecha un manojo de nervios, y has subido a la habitación que te había indicado. Has tomado aire y has pasado dentro, aun cuando la oscuridad que vestía la habitación, hacia que el miedo, el respeto, por esta nueva situación, haya hecho que te lo hayas pensado un par de veces.

Y no he dejado a tu cabecita pensar mas. Sin saludos, sin besos, sin medias tintas, sabias a lo que venias. Te he desnudado, casi arrancando cada prenda de tu ropa de tu piel, te he tumbado, sobre la cama y te he abierto entera.

Tu coño gritaba hambre de mi polla. Pero quería que vieses como me pajeaba bien a gusto. Te gusta mirarme, si, como has hecho cada vez que me presentaba en tu pantalla a través de mi webcam, verdad, así de salido, de cerdo, de animal, de deseoso, de vulnerable. Mi verga brillaba palpitante al son de tus caderas. Esa tensión de mi piel, ese brillo de mis ojos. No has podido resistirte. Tus dedos penetraban tu agujero al ritmo que mi polla marcaba para hacerme saber cuánta impudicia te cabe dentro. Hebras de placer emergían de tu coño. No sé por qué tu lascivia se confunde con mis ojos y me quieres ahí parado, detenido, solo mirándote, solo mirándonos. Brutos. Vertebrados de sexo y nada más. Así. Esencia.



(No puedes llegar a imaginar cuánto placer me produce esa visión, es como ver algo certero. Es como mirar una verdad, oculta para ti hasta hace poco, sin miedos, de frente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Páginas