Vendedora a domicilio

Trabajo vendiendo lencería a domicilio. Un amigo (SW con su esposa) me recomienda a una pareja (Ana y Marcos) de otra ciudad, que quería comprar disfraces para un grupal que tenían programado. Así que me trasladé hasta su ciudad, vivían en una chacra, en una casa rodeada de frutales y muy alejada de la población. Empezamos con una amena charla, me preguntaron si alguna vez había tenido sexo con una pareja y les conté que nunca sola, siempre había hecho intercambios con mi expareja, pero ya no estábamos juntos en esto.

Ana comienza a mirar la lencería y a entusiasmarse con la idea de probársela. Marcos la animaba y luego de un rato mirando, se decidió por dos conjuntos y dos disfraces. Se fue hasta la habitación, mientras Marcos me contaba la buena vida swinger que llevaban, los 20 años de práctica y me contaba historias que hacían que mi imaginación fluyera.

Al cabo de unos minutos, Ana me llama para preguntarme sobre cómo se ponía un disfraz. Marcos me lleva hasta la habitación, que contaba con baño privado. Cuando entro, ella estaba totalmente desnuda, tenía un cuerpo infartante... La ayudo con ese disfraz y Marcos me pide que yo me ponga el otro, así él decidía cual le gustaba más. Le dije que no acostumbraba a hacer eso, pero me lo pidió nuevamente, con una voz más enérgica y diciéndome que si le gustaban los dos, compraba los dos... Últimamente las ventas eran muy magras, así que decidí hacer el intento, para ver si vendía algo más.

Me cambié en el baño y salí disfrazada de colegiala, con mucha vergüenza. Marcos empezó a dar vueltas alrededor mío, mientras le decía a ella: "mira qué lindo cuerpo, no te lo cogerías Ana?" Ella, que también me miraba de arriba a abajo le contesta: "Si papi, además tiene las tetas chiquitas como te gustan a vos" Detrás mío, Marcos me agarró de las muñecas, me asusté y le pregunté qué hacía, me contesto que me iban a dar lo que fui a buscar.  Grité “AUXILIOOOOO” y ambos se rieron, preguntándome quien creía que me iba a escuchar.

Me puso unas esposas con peluche (como las de sexshop). Él empezó a tocarme las tetas desde atrás y las sacó del disfraz de estudiante que tenía puesto, le ordenó a Ana chuparme las tetas. Me sacó la tanga y mi cuerpo seguía sin reaccionar, aun cuando él se desnudó por completo y se franeleaba con su pija por mi culo. Me mandó a abrir las piernas y Ana se agachó para hacerme sexo oral. Sentí su lengua recorriendo mi grieta. Otra vez sentí como me daba unos ligeros golpecitos con la punta sobre mi clítoris. La verdad es que no podía más, los mimos que me daba eran más fuertes que cualquier convicción, y la calentura era inmensa. No me importaba estar atada, sentía que era su juguete y me gustaba serlo.

Luego de acabar un par de veces gracias a su lengua experimentada, Ana me invita a arrodillarme junto con ella y me dice: "Ayudame a chupársela". Y así fuimos las dos metiéndonos la pija en la boca, una de cada lado, le pasábamos la lengua de arriba abajo y a la inversa, nuestras bocas se juntaban en la punta y ella aprovechaba a besarme una y otra vez. Al tercer beso, empecé a responderle mientras sentía las manos de Marcos en mis tetas. Ellos hablaban todo el tiempo, y cada frase hacía que mi temperatura se elevase:

“Mirá cómo te la chupa papi, me la chupará así a mi?”

“Quiero ponerle toda la pija en la conchita esa que chupaste, te gustó la conchita?”

“Si papi, también quiero que ella me la chupe”

“Que te parece si la llevamos a la cama y también le hago el culo?”

“Mmmmm, si Amor, mientras yo le chupo la conchita y te chupo la pija a vos!!”

Me llevaron a la cama y quedé de espaldas, con las manos atadas atrás, sin poder moverme, porque él enseguida se subió encima de mí y empezó a penetrarme. Gozaba, y me la metía más fuerte y más rápido: “La tiene muy estrecha mami, me encanta!!”

Ella se desnudó y se sentó, con su concha en mi cara, besando al marido y me mandó a chupársela. Yo que nunca lo había hecho, empecé de a poco, a pasarle la lengua, busqué si clítoris y empecé a pasarle la lengua más frenéticamente, al ritmo de la cogida que me estaba dando su marido. Ella empezó a gemir, él tapaba sus gemidos con sus besos, hasta que su orgasmo me llenó la boca con sus jugos y ella se recuesta exhausta en la cama.

Mientras Marcos me sigue bombeando, me besa hasta sacarme todo el sabor de su esposa. Él se sale y ella lo ayuda a darme vuelta, me hacen poner de rodillas con las piernas abiertas, así Ana viene debajo mío, y él empieza a jugar con mi culo, a empujar la pija, sin poder meterla.

Siento la lengua de Ana, chupándome la concha, chupándole la pija al marido, ensalivándosela para que él me penetre. De a poco lo consigue, empiezo a perder estabilidad y le pido que me desate. Cuando me saca las esposas y puedo apoyar las manos y quedar como perrita, él comienza a bombearme desenfrenado. Conté cinco orgasmos, pero no pude contar más. Su habilidad para penetrarme y la de Ana para chuparme y meterme los dedos en la concha, me hacían perder el contacto con la realidad.

Ana comienza a moverse, se deslizaba hacia arriba, me besó en la boca, me dejó todo mi flujo y se sentó sobre la almohada. Ahí Marcos me agarra la cabeza desde atrás y me dirige hasta la concha de Ana. Vuelvo a chupársela, pero todos estamos exhaustos y mi lengua solo dura unos minutos, los mismos que tardó Marcos en llenarme el culo de leche.

Nos acostamos los tres, completamente cansados y felices. Me agradecieron que haya ido, besándome una teta cada uno y tocando con sus dedos mi conchita. Así comenzamos a calentarnos nuevamente, sólo que esta vez tenemos compañía. Se trata de dos vibradores de grandes proporciones que Ana guardaba en su mesa de luz. Uno de color piel y el otro negro. Mientras me siguen besando, Marcos introduce el de color piel en mi conchita, la cual comienza a meterla en la cola, una vez lubricada.

Ana se sube arriba mío con el vibrador negro encendido en su máxima potencia y mientras comienza a introducirlo en mi concha, logrando una doble penetración a base de juguetes, su esposo comienza a cogerla desde atrás.

Otra vez me sentí indefensa… los vibradores encendidos me dejaban presa de mis continuos orgasmos, mientras más gritaba, más se calentaban ellos y volvían a decir frases como:

“Mirá como goza Amor, será que le gustan las pijas grandes?”

“No se, la mía es normal y también le gustó, Me encanta verte haciendo gozar a otra mujer Ana!!!”

“Papi, no doy másssssss, haceme acabar!!!!!”

“Si, mi vida, tomá, tomá, tomá…..”

Me sacaron los dildos y mientras ellos descansaban, me fui al baño. El disfraz de colegiala estaba todo mojado con todo tipo de fluídos, me lo saqué y me dí una ducha. Al salir, ambos me esperaban en bata. Me agradecieron la visita y quedaron en llamarme cuando necesiten más lencería. De más está decirles que les vendí todo lo que habían elegido.

Es mi primer relato, tengan piedad de él. Por supuesto, es una fantasía, pero la pareja existe, sólo me tomé la libertad de cambiarle los nombres y me permití fantasear con ellos.

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