Mientras duermes...

Mientras duermes sueñas y disfrutas de tus fantasías, a veces inalcanzables, otras posibles. A veces son pesadillas las que te asechan y nunca sabes cuál será el final, aunque generalmente acabas despertándote y suspirando aliviado… todo fue una pesadilla…

Eran las 5 de la tarde y mi novia estaba en el baño disfrutando de una relajante ducha. Su hermana, mi pequeña cuñada, tomaba una siesta en su habitación y yo me encontraba en el salón viendo la televisión, con el pulso acelerado, bastante nervioso, pero deseoso de cumplir otra de mis fantasías con aquella niñata. Mi segundo asalto estaba a punto de comenzar y no tenía tiempo que perder, era el momento…

Me levanté sigilosamente y abrí la puerta donde estaba recostada mi cuñadita. Tumbada sobre la cama tenía puestas unas pantimedias satinadas, de gran brillo y con las puntas desnudas, lo que me permitía ver sus pies enfundados en aquella segunda piel. Su culito redondo y bien formado se marcaba perfectamente, ya que su pequeño tanga de “Hello Kitty” no le tapaba más que la parte de su rajita caliente. Por encima solamente una camiseta de tirillas de color negro tapaba ligeramente sus pechos y su delgada espalda que quedaba en parte al descubierto.

Aquella putilla estaba ante mí, indefensa, y yo deseoso de comenzar el juego. Me acerqué a un costado de la cama y mientas la observaba empecé a tocarme ligeramente por encima de los vaqueros. Mi polla crecía poco a poco, cogiendo forma, desesperada por salir, y disfrutar de aquel espectáculo. Durante unos segundos mi corazón se aceleró aún más al ver que Verónica se movía dejando su culo completamente en pompa y muy pegado al borde de la cama. El roce de sus piernas provocaron unos sonidos celestiales que me hacían morderme de placer, queria gritar, poseerla...

Desabroché mis pantalones y mi polla se liberó de la presión de mis bóxers. Dura como una piedra ensalivé la punta y me acerqué tembloroso hacia el culito de Verónica. Estaba cerca, muy cerca, podía sentir ya el roce de sus pantimedias sobre mi glande. Deseaba lanzarme sobre ella, pero no podía, solo podía ver y disfrutar. Así la tuve durante unos segundos, hasta que me aparté para continuar masturbándome, dejando una pequeña huella de la saliva en sus pantimedias.

La excitación iba en aumento y el tiempo en mi contra. Nuevamente, quería sentir sobre mi polla sus pantimedias, así que me acerqué a su pierna derecha y deje reposar mi duro miembro sobre su muslo. Con pequeños movimiento fui rozándome, sin dejar un solo instante de mirar su angelical rostro mientras dormía y descansaba, aunque al despertar se daría cuenta de la pesadilla que estaba viviendo. Aquellos roces casi me provocan un orgasmo, pero aún no era el momento, necesitaba unos minutos más, así que fui a sus pies y coloqué mi polla sobre ellos. En ese momento se retorció un poco y golpeó la puntita de mi glande. El placer era extremo, sus pantimedias, aquella que cubrían sus delgados pies me rozaron placenteramente y ahora descansaba sobre ellos.

El ruido del agua de la bañera había desaparecido, mi novia estaría ya secándose, aunque tendría aún 5 minutos más. Debía de darme prisa, así que delicadamente comencé a mover sigilosamente mi polla sobre los pies, los muslos y el culo de mi cuñadita que seguía sumida en un profundo sueño.

Estaba a punto de estallar, me aparté y comencé a masturbarme con rapidez y fuerza. Sentía que el placer contenido en mis huevos iba a salir en segundos. Solo unos movimientos más… paré y dejé el glande al descubierto... Un primer chorro de semen salió disparado hacia su culo con fuerza, el cual provocó un pequeño ruido, dejando sus pantimedias empapadas. Un segundo chorro golpeó sus muslos dejándolos bien mojados, y finalmente me dirigí conteniendo los restos de semen que aún me reservaba a sus pies y descargué sobre ellos...

Con la respiración alterada cubrí mi polla aún mojada y subí mis pantalones. Salí de la habitación y volví al salón, como si nada hubiera pasado…

Una hora después oí abrirse la puerta del dormitorio de mi cuñadita. Andaba como cojeando, la muy puta había sufrido otra violación de su intimidad, y su cuerpo había sido el fruto de una pesadilla, o tal vez de una realidad, pero seguro que su mente andaba algo confundida y no sabría que había sucedido. Aparentando normalidad solté una sonrisa mientras tomaba el café con mi novia sabiendo que pronto volvería a disfrutar de aquella colegiala que no cesaba en sus provocaciones, con sus cortos pantalones y minifaldas y como no….sus brillantes pantimedias.

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