otro dulce encuentro

Los créditos de la película aparecieron sobre un fondo negro como si del telón de una obra de teatro se tratase. Rosa miraba la tele ensimismada. Su mano describía círculos en el pelo de su hijo que tenía la cabeza apoyada en sus muslos a modo de almohada. De hecho, se había quedado medio dormido.

-Cariño, la peli ha terminado- Dijo Rosa intentando despertar Dani.

-Lo sé. Estoy aquí muy a gusto- Dijo el chico murmullando. Era ya de madrugada y en la tele comenzó un programa de teletienda, anunciando un cortador de verduras. Rosa ni le prestó atención. Ya tenía su vista puesta en el paquete de su hijo. La mano que tenía sobre la cabeza, enredada en el pelo del chaval, la fue bajando hasta la cintura y la metió debajo de la camiseta. Acarició el estomago de Dani deslizando sus largas y blancas uñas por la blanca piel del chico. Dani lo notó y se giró hacia su madre, quedando boca arriba. Ella arrastró su mano por el vientre de Dani y la metió dentro del pantalón. Se encontró con un pene semi erecto. Sus uñas se enredaban en el bello púbico de la base del pene.

-¿Quieres que mami te relaje como lo hice el otro día en el baño?- Dani asintió por respuesta. O no podía o no quería hablar. -Será mejor que te quites esto- Y le ayudó a quitarse la camiseta. Dani volvió a recostarse sobre los muslos de su madre. Un pantalón muy corto permitía a Dani apoyar la cabeza directamente sobre la suave piel de las piernas de su madre.

Rosa volvió a acariciar el pecho de su hijo. Alargó las dos manos para alcanzar los pantalones de Dani los cuales desabrocho. En este proceso el cuerpo de Rosa se inclinó hacia delante y esto colocó una de las generosas tetas de Rosa sobre la cara de Dani. Este la besó. Fue un acto reflejo del cual su madre se percató.

-¿Te gustan?- Preguntó Rosa.

-Mucho mamá...-Dijo Dani con cierta ansiedad. Rosa con delicadeza y lentitud se fue quitando la camiseta que cubría sus voluptuosos pechos envueltos en un sujetador blanco con encaje.

-Así además de disfrutar de la paja, disfrutas del paisaje- Dijo la madre sonriendo.

Rosa volvió a agarrar con la mano la polla de su hijo, ahora ya fuera del pantalón. Aquellas uñas blancas relucían frente a la rosada piel que cubría aquel ya duro pene. Dani soltó un gemido cuando la mano de su madre comenzó un tímido "sube y baja" en su erecto pene.

Con los ojos cerrados Dani no pudo ver como con la otra mano Rosa cogía un cigarro del paquete de la mesilla y se lo llevaba a los labios. Cogió el mechero y lo accionó para encender el cigarrillo. Dani se sorprendió por el ruido y la miró. Esta apagó el mechero y sujeto el cigarro con las largas uñas.

-No te importará que fume, ¿Verdad cariño?- Preguntó mirando hacia abajo a la cara de su hijo.

-No mami, es sólo que no sabía de que era ese ruido. Me encanta verte fumar- Dijo el chico.

-Me alegra oír eso, porque a mi me encanta fumar- Confesó la madre y llevándose el cigarro a la boca lo encendió. Soltó el mechero y dio una larga calada al blanco cigarro. La mano que tenía sobre le pene reanudó su marcha pues distraída había parado.

-Adoro tu pene cariño- Dijo echando el humo hacia arriba. Observo que Dani miraba mucho hacia sus pechos sujetos por el sostén blanco. Y pensó, que no era justo para él. Se llevó el cigarro a la boca y lo sujetó con lo labios, para poder desabrochar el sostén y se deshizo de él. Dani vio como sus pechos caían por una mezcla de la gravedad y la edad de su madre. Aún eran grandes y maravillosos a los ojos del chaval.

Rosa cogió el cigarro dando otra larga calada exhalando el humo de forma ruidosa.

-pfffff, así estoy segura de que te gustan más- Dijo sonriendo. Su mano incrementó la presión sobre el pene del chico y esto provocó oleadas de placer que Dani no controlaba. Rosa sabía como tratar a un hombre.

-Cariño, esa erección... ¿es por mi?- Dijo Rosa a sabiendas de que así lo era.

-Claro mamá, ¿por quien sino?- A Rosa le encantaba saber que excitaba de esa manera a su hijo pequeño. Inclinó un poco su cuerpo y uno de los pezones tocó la cara de Dani, quien sin pensarlo lo agarró con la boca y chupó y chupó.

Rosa no gimió, no habló, se limitó a disfrutar. Se llevó el cigarro a los labios y dio una larga calada tragando el humo mientras su hijo le chupaba un pezón y pajeada aquel joven pene que tenía en su mano. El momento era único. Su vagina estaba inundada. La excitación la corroía. Era una enfermedad, lo sabía por que no pensaba que hubiese cura para frenar toda aquella lujuria que la poseía. Su hijo Dani la deseaba y ella no iba poner ningún impedimento para que él disfrutase de su cuerpo.

El humo inundaba la habitación. Rosa terminó el cigarrillo y lo apagó. Expulsó una última nube de humo.

-Como va mi hombre- Dani ya no atendía a los pezones de su madre estaba a punto de estallar en un gran orgasmo. -Deja que te bese, cielo- Rosa echó el cuerpo hacia adelante y sus labios tocaron los de su hijo. Ambos se besaron varias veces. De pronto Dani introdujo la lengua en la boca de Rosa quien la recibió de buena gana y con un gemido. Esto hizo que Rosa acelerase el ritmo de su paja y cuando ambos, madre e hijo estaba conectados por un profundo beso, Dani estalló en un increíble orgasmo. Una serie de gemidos anunciaron a Rosa lo que se venía y se separó de aquel precioso beso para ver estallar el pene de su hijo en chorretones de semen. Apuntó hacia arriba y todos cayeron en el vientre de Dani. Rosa no paraba de agitar la mano arriba y abajo y el pene del chico no dejaba de escupir semen blanco.

A Dani se le notaban unos coloretes por el esfuerzo. Los gemidos eran casi suspiros ya. El orgasmo había pasado. Rosa retiró la mano y la pasó por su torso manchado de goterones de semen. Recogió un poco con los dedos y se los llevó a la boca ante el asombro de Dani.

Estaba muy caliente.

-Ahora vete a lavar, hijo- Dijo Rosa dando a Dani un tierno beso en los labios. -Y ya sabes, de esto nada a tu padre, ni a nadie- Se reiteró.

-Tranquila mamá. Se que si quiero seguir teniendo estos ratos contigo, no tengo que decir nada a nadie- Rosa sonrió mientras Dani dejaba el salón agarrándose los pantalones con una mano para que no se cayesen.

Ya sola en el salón, Rosa se encendió otro cigarro. Este lo iba a disfrutar de otra manera. Desabrochó su pantalón y metió la mano para con sus dedos llegar hasta su clítoris.

El primer contacto le produjo un escalofrío. Todo su cuerpo se estremeció. Los restos aún calientes del semen de Dani se mezclaron con sus propios fluidos vaginales. Deslizaba sus largos dedos a longitudinalmente entre sus labios. Su cabeza se le iba para atrás y ponía los ojos en blanco a causa del placer. Lentamente jugaba con su clítoris, mientras fumaba profundamente del cigarro que tenía entre los dedos. Expulsaba el humo hacia arriba formando una gran nube gris sobre su cabeza, aceleraba el ritmo de sus dedos sobre su monte de venus. Pensaba en la polla de Dani y en como tarde o temprano se la comería. En como llegaría el día en que engulliría aquella potente polla.

Aquellos pensamientos la llevaban a cotas de placer que ella sabía que existían, pero que rara vez alcanzaba. Estaba muy excitada. Ralentizó un poco la mano que tenía dentro del mini pantalón para tranquilamente dar otra calada al cigarrillo. Fumar la excitaba, pero mezclar ese acto con placer sexual, la volvía loca.

Dejó que el humo saliese poco a poco de sus pulmones por un pequeño orificio formado por su carnosos labios. Fue entonces cuando estalló en un orgasmo que la hizo gemir fuertemente.

-Mmmmm, dani...- Sus dedos se apretaron fuertemente contra su clítoris al que no dejaron de frotar con fuerza. Sus pezones eran como fuertes piedras preciosas que sobresalían de sus pechos. Con la mano en la que tenía el cigarro se acariciaba uno de ellos. Las olas de placer viajaron a través de su cuerpo dejando su cuerpo fláccido.

Pasado ya el orgasmo, sacó la mano empapada de su vagina. Miró sus dedos brillantes por sus fluidos y los de su hijo y a continuación los chupó con devoción hasta dejarlos limpios. Agarró el cigarrillo con esos mismos dedos y le dio una última y larga calada la cual la terminó de relajar.

Apagó el cigarro y fue a buscar a su hijo al baño donde ya disfrutaba de una ducha.

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