Sus cuerpos se enzarzaron en una danza
sensual, rodaron hasta el suelo y ella sucumbió ante el empuje y vigor
del joven que le recordó aquellos tiempos ya lejanos en que Pablo se
entregaba a fondo para saturarla de sexo hasta quedar ambos exhaustos.
Una serie de intensos espasmos sacudía
su cuerpo en el que era ya el tercer orgasmo desde que había comenzado
esa locura, pero ni por un instante pensó en pararlo.
Se sentía viva otra vez y eso no tenía precio, afrontaría las
consecuencias si se daban pero no quería pensar en
ellas. ¡No! ¡Ahora no!
Por fin, Adam la dejó descansar sin
soltarla, mientras sus cuerpos ardían por el calor y la excitación que
la pasión había desatado, besaba su frente y acariciaba su cuerpo como
si fuera la primera vez que lo hacía, de hecho si era la primera vez, si
de este modo pues antes siempre fue de forma muy diferente.
Adam había llegado apenas una hora
antes, a sus veinte años había sufrido su primer desengaño amoroso, la
mujer que imaginaba seria su gran amor para toda la vida había preferido
explorar otras opciones y lo había hecho en forma de orgia en el
apartamento que habían alquilado hacia unos meses para encontrarse y al
que acudían siempre que tenían ocasión; ese día fue para repasar una
materia con tranquilidad antes de un examen pues no tenían previsto
encontrarse; ella ya estaba allí con tres amigos de ambos que la estaban
follando por todos los agujeros.
Adam, sin montar una escena y ante la
mirada escéptica de los cuatro por su frialdad, recogió unas pocas
cosas; algunos cd de música y un portátil, después pasó por el banco
para retirar la orden de pago de su parte del alquiler y regresó a casa
muy desanimado.
Clara le preguntó a que se debía su
estado de ánimo y Adam le contó lo sucedido de forma resumida; oír lo
sucedido e imaginarse el cuadro excito a Clara, pero verlo tan triste le
partió el corazón y tratando de animarlo le alboroto el cabello; algo
que normalmente hacia que Adam se enfurruñara y terminaban manoseándose
haciéndose cosquillas, en esta ocasión él se dejó hacer sin defenderse y
ella comenzó a besarlo amorosamente y sin saber cómo juntaron sus
labios.
Lo que podría haber sido un inocente
beso se convirtió en algo mucho más lujurio. Las manos de él la
acariciaban, pero ya no eran aquellas manitas que distraídamente se
apoyaban en un pecho años atrás. Tampoco ella le tocaba “la
pichilla” como cuando lo duchaba, ahora se trataba de una verga como no
había visto otra y que respondía a los estímulos con una gran erección.
El abrazo se hizo más estrecho y el sofá ya no era suficiente para
ellos, rodaron hasta el suelo y como amantes que lo fueran desde hacía
años, se fueron desnudando con la urgencia de la pasión pero sin perder
el contacto de sus cuerpos.
Las caricias de Adam la sumían en un
mundo diferente y por primera vez se permitió pensar en lo sucedido solo
un instante, lo abrazó fuertemente y se propuso hacer algo antes de que
llegara el momento de recapacitar sobre lo sucedido y el futuro.
En silencio fue besando ese cuerpo que
tan bien creía conocer, pero que en realidad respondía de una forma muy
diferente a esos besos hasta que llegó a la pelvis: su boca tomó vida
propia al rozar con los labios ese pedazo de carne que tanto placer le
había proporcionado y que prometía darle mucho más al menos durante un
tiempo, el que fuera necesario para que ambos cerraran algunas de sus
cicatrices.
Envolver esa verga con sus labios y
cobijarla en su boca era un reto que asumió y cumplió empleando toda su
experiencia, el joven suspiraba y jadeaba a la par; su chica y alguna de
sus amigas antes que ella le habían hecho algunas mamadas, pero nada
que ver con el prodigio del que estaba disfrutando, pensó que haría lo
indecible para que eso no terminara de la forma tan fulminante como
había comenzado.
Recordó las muchas noches que habían
pasado juntos; al joven le contaron que con cinco años, tuvo una
pesadilla tan ruidosa que despertó incluso a los vecinos, como papá
trabajaba de noche mamá se acostó con él y desde entonces lo hacía de
lunes a viernes, los fines de semana lo convencieron de que al estar
papá en casa nada le podía pasar y entonces dormía solo.
Al ver que dormir con mamá servía para
que él chico estuviera tranquilo acordaron poner dos camas de
matrimonio, y a las seis y media de la mañana cuando llegaba Pablo ella
se levantaba, le preparaba el desayuno y se quedaba levantada
adelantando la comida y la faena de casa, después levantaba a Adam lo
acompañaba al colegio y compraba alguna cosa que pudiera necesitar.
A las diez ya de regreso, se desnudaba y se deslizaba entre las
sabanas donde comenzaba el ritual diario. Lo iba despertando con
una mamada lenta que lo sacaba del corto letargo dejándolo listo para la
segunda parte.
Ella lo cabalgaba de forma desesperada
hasta alcanzar un primer orgasmo pero intentando por todos los medios
que él no se viniera. Después era él quien tomaba las riendas de la
situación y le hacia el amor de forma pausada y dilatada hasta que ambos
llegaban juntos al cenit, cuando se derrumbaban sudorosos quedaban
quietos hasta que él se tumbaba y ella se afanaba a recoger y tragar lo
que habían hecho entre ambos, después Clara se aseaba un poco y se
acostaba a su lado hasta que era la hora de terminar de preparar la
comida.
Cuando Adam cumplió los once años
comenzó a ir solo al colegio, pero no cambiaron la costumbre de dormir
juntos, Clara se levantaba igualmente cuando llegaba Pablo y preparaba
el desayuno para los tres, el chico marchaba a la escuela y ellos
dedicaban el mayor tiempo posible para la mejor de las aficiones que
compartían. Clara seguía marchando a comprar mientras Pablo dormía,
pero salía a la calle mucho más lozana y relajada.
Cuando Adam comenzó a ir con chicas,
antes de dormirse le contaba sus cuitas a mamá que solía darle consejos,
incluso le explicaba cómo debía acariciar un pecho sin lastimarlo, o
como besar con lengua sin parecer un baboso; se trataba solo de
indicaciones que no implicaban nada más y la complicidad entre madre e
hijo duró hasta la actualidad. Ambos tenían muy claro de que se
trataba y nunca pensaron siquiera que hubiera algo malo en su proceder y
además dormir juntos se había convertido en algo del todo normal para
los tres.
Con Pablo la historia era compleja.
Se conocían desde niños, cuando Clara
cumplió los trece; Pablo tres años mayor le pidió que fueran novios,
eran unos críos pero se querían y a todos les pareció bien hasta que la
madre de Pablo pensó que una sobrina suya era mejor partido para su
niño. Intentaron separarlos enviando a Pablo a vivir con sus tíos pero
ellos acordaron seguir juntos y pensaron que un embarazo era lo mejor.
Cuando Clara estaba en su sexto mes
saltó el escándalo, lo había ocultado con cierta dificultad pero habían
logrado su propósito, se casaron dos meses después de tener a su hijo
Adam y solo quince días antes de que Clara cumpliera los diecinueve. Su
vida en pareja fue un camino de rosas con algunas espinas más de las
deseadas, como por ejemplo el distanciamiento total de la familia de
Pablo que no acudió a la boda y se desentendió por completo de los tres.
Cuando Adam cumplió los tres años, a
Pablo le ofrecieron un empleo a ochocientos kilómetros de su ciudad de
origen; su madre a toda costa quería que la relación fracasara y estaba
empleando sus influencias que eran muchas en una pequeña ciudad de
provincias, por fortuna uno de los mismos que le negó un empleo por las
presiones, fue quien le indicó donde enviar un currículo lejos de las
garras de su familia. Regresaron a su ciudad de origen solo
algunas veces en vacaciones, pero los familiares de Clara si venían a
visitarlos siempre que podían.
Una nueva espina vino a turbar su vida;
un amago de infarto puso de manifiesto que somos frágiles, los médicos
concluyeron que la hipertensión crónica fue la única causa del episodio y
lo medicaron para normalizar su estado, cuando los médicos dieron su
permiso reanudaron sus relaciones sexuales, pero para evitarle esfuerzos
ella propuso que se dejara hacer por un tiempo.
Clara se arrodillo entre las piernas de
Pablo y comenzó a realizar su magia, él con una voz desagradable le dijo
que lo dejara porque no le apetecía en ese momento, pero eso fue a más y
el sexo llegó a desaparecer por completo entre ambos, pasó un mes
completo en que a pesar de los esfuerzos de Clara para animar la
relación sin que le hiciera ningún tipo de reproche la situación era la
misma y una tarde de sábado él le espetó llorando.
- ¡No me dejes Clara, por favor no me
dejes! Sé que eres muy joven para estar sin sexo y estoy seguro que
habrá cola para estar contigo y lo entiendo, pero por favor no me dejes.
Es cierto que con treinta y nueve años
Clara está muy bien, con su esbelto cuerpo de 1.69 y 63 kilos, unos
pechos redonditos y muy bien colocados de talla 95 “C” que desafían la
ley de la gravedad, unos ojos color miel enormes que coronaban un bello
rostro de mejillas sonrosadas y boca pequeña con labios carnosos y de un
color carmesí natural, esas piernas torneadas que parten de un vientre
plano y un culo más que apetecible que se antoja solo imaginarlo y la
piel canela que heredó quizás de algún ancestro árabe o gitano que la
hace aún más bella, es mucho el sexo que necesita pero nunca se había
planteado ni remotamente tener una aventura y mucho menos un amante.
Ama a Pablo y hará lo indecible por y
para él. Todo lo que hacen juntos en cuestión de sexo lo han
aprendido el uno del otro y viendo revistas o películas, nunca han
desechado nada por raro que pareciera sin probarlo al menos dos veces;
como dice Pablo “la segunda por si la primera no pusimos suficiente
atención”
Clara le respondió que nunca lo dejaría y
entonces cuando parecía que ese episodio seria lo peor que podría
surgir entre ambos, los médicos detectaron en Pablo una reacción rara a
un medicamento del tipo (ANTIHIPERTENSIVOS) que era lo que alteraba sus
funciones sexuales y por ende su carácter al sumirse en un espiral
depresivo, a pesar que los médicos le aseguraron que esos efectos
secundarios pasarían pronto, se negó a acudir a un psiquiatra y ni
siquiera a un psicólogo, no dormía y logró que le recetaran unas
pastillas que tomaba todas las noches y era la única forma en que
lograba descansar.
Cuando los médicos lo aconsejaron,
acudió regularmente a un centro donde hacia “Rehabilitación
Cardiovascular” pero avanzaba muy poco en el terreno emocional y su
depresión seguía siendo un mal que afectaba a los tres; no permitía que
lo acompañara nadie insistiendo en que no era un inútil y despreciando
cualquier tipo de ayuda.
Clara estaba desesperada y el día que
apareció Adam con su gran decepción, por su mente rondaba hacer una
tontería que terminaría con TODOS sus problemas por siempre.
Después de estar abrazados sobre la moqueta mucho rato decidieron tomar
una ducha juntos como tantas otras veces, pero en esta ocasión también
fue algo diferente, ella volvió a enjabonarle el miembro como cuando era
niño aunque cuando estaba totalmente duro y enjabonado se dio la vuelta
y le ofreció el culo donde Adam no dudo en introducirlo lentamente
gozando de la sensación de poder que su madre le estaba brindando.
Con alguna de sus amigas lo había hecho
alguna vez, y con su chica era una asignatura pendiente; según ella eso
era “doloroso” pero él había visto como le estaban dando fuerte y no se
quejaba, al menos no para que parasen, desterró la imagen de aquella
guarra que lo había traicionado y se concentró en lo que tenía entre
manos en ese momento, cambió las manos de posición y sujetando a Clara
por los pechos que se bamboleaban al ritmo de los empellones que se
hicieron largos, se miraron por el espejo y se acoplaron de tal forma
que llegaron juntos a un merecido orgasmo en que Adam se vació por
completo en Clara quedando ambos totalmente satisfechos.
Esperaron en el salón charlando de mil
cosas aunque sin hacer referencia a lo sucedido, cuando llegó Pablo se
dispusieron a comer y Adam marcho a la universidad; tenía un par de
clases de tarde y le interesaba aprobar las asignaturas para llegar a
las vacaciones sin preocupaciones por los estudios. La tarde fue tan
aburrida como todas las anteriores y Pablo no dio muestras de interés
por nada que no fuera su autocompasión.
Esa noche como todas las anteriores,
después que Pablo se fuera a su habitación y que Clara comprobara que se
había tomado la pastilla para dormir Adam y Clara se acostaron juntos,
pero a diferencia de otras ninguno de los dos pensaba en dormir y tras
tener sexo durante horas por fin agotados sucumbieron al sueño y el
cansancio; a pesar de haber dormido poco ambos se despertaron totalmente
relajados y contentos, Adam no experimentó la desazón que lo acompañaba
cada mañana, al comprobar que el cuerpo de aquella mujer ya no estaba
junto a él.
Pasaron algunas semanas con la misma
dinámica, Adam aprobó todas las asignaturas y planearon las
vacaciones. Clara pensó que el chico marcharía con sus amigos, pero
se sorprendió cuando dijo que prefería ir con sus padres. Pablo, en su
línea decidió pasar las vacaciones en casa de su familia y acordaron ir
todos allí, entonces insistió en que se fueran un par de semanas a
Ibiza; era la propuesta que había hecho Adam en principio y a Clara le
había parecido bien.
Los cinco días que pasaron con la
familia de Pablo se hicieron interminables, allí Adam dormía en su
propia habitación y no hubo ninguna oportunidad de estar a solas con
Clara, por fin marcharon y ya en el aeropuerto pudieron dar rienda
suelta a su deseo, parecía que se estuvieran despidiendo por una larga
temporada y el embarcar juntos causo sorpresa entre algunos de los demás
viajeros.
Esas dos semanas en el paraíso fueron
determinantes para ambos, de día iban a playas nudistas donde Clara
oscurecía aún más su piel tomando un tono aceituna que acentuaba más su
belleza si es que eso era posible, los arrumacos que se prodigaban no
dejaban indiferentes a quienes les veían, y cuando entraban en el agua
para hacer el amor como la mayoría de quienes estaban en aquella cala,
los demás pensarían que eran una pareja afortunada; por la noche después
de cenar acudían a alguno de los locales de moda a bailar o tomar una
copa, de madrugada regresaban al hotel donde se entregaban a la pasión y
el desenfreno que tanto les gustaba.
Terminaron las vacaciones y regresaron a
casa para continuar con lo que se había convertido ya en algo cotidiano
pero muy lejos de ser rutina; unos meses después ya cerca de las
fiestas navideñas, una noche estando ya a solas Clara preguntó a Adam.
.- ¿En este tiempo no has conocido a ninguna chica? ¡Me extraña que no haya chicas inteligentes en la universidad!
A lo que el joven respondió. — Solo
algunas pánfilas a las que cuando les digo que tengo a alguien que no
dejaré nunca se espantan y se alejan, pero no quiero que discutamos
sobre eso, es mi decisión y también tú tendrás que aceptarla.
Clara calló, pensando como reconducir la
situación para evitar que la atracción y pasión que sentían influyera
en el futuro de su hijo; desecho todo pensamiento y se dedicó en cuerpo y
alma a lo primordial en ese momento.
Adam le estaba haciendo sexo oral y ella
se retorcía sobre la mesa del salón, eyaculó en la cara de su amante y
este la recompensó aplicándose con más ahínco, lo que la llevó a un
tremendo orgasmo en medio del que Adam la bajó al suelo y sobre la
moqueta que resultaba ser el mejor escenario para su lujuria le siguió
dando caña hasta hacerla desfallecer, rendidos y abrazados Clara le
dijo.
.- Y cuando dentro de unos años, este vieja y arrugada ¿que pasara?
A lo que el chico le respondió.
— Tu
nunca serás vieja solo mayor y más experta, en cuanto lo de las arrugas
solo son testimonios de vida, pero seguirás siendo una gran dama, madre
amorosa, esposa fiel, y la puta más lujuriosa que podría encontrar y a
la que quisiera seguir follando por todos los agujeros mientras me lo
sigas permitiendo.
Clara sonriendo le respondió.
- .- Por siempre mi vida, por siempre.
Entonces Pablo que había estado viendo y
oyendo toda la escena desde el principio, soltó la manija y se apartó
de la puerta para regresar a su habitación; haber perdido su pastilla
para dormir había sido una bendición: Esa noche tuvo su primera
erección en años; le duró apenas unos instantes pero fue suficiente para
convencerse que quizás algún día podría volver a disfrutar del
estupendo sexo que antaño había compartido con Clara.
Ahora tenía claro que las únicas personas que le importaban y amaba seguirían a su lado sin abandonarlo.
Y era consciente que ella nunca lo
traicionaría con otro, a fin de cuentas Adam no era “otro” se trataba de
su hijo, el hijo deseado por ambos y que los unió incluso antes de
nacer y que lo volvía a hacer ahora.
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